- Área: 18500 m²
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Fotografías:Elker Azqueta
Condicionamientos previos
El proyecto es consecuencia de un Concurso de Ideas y buscaba la integración en la ciudad de un espacio degradado, dotándolo de un carácter e imagen propios mediante la creación de un lenguaje específico para la nueva plaza. Antes de la intervención, la plaza de Indautxu era un espacio deprimido y evitado por los residentes. Se encontraba dividida en dos mitades por un vial rodado. Situada sobre un aparcamiento subterráneo y una galería comercial respondía precariamente a las infraestructuras del subsuelo, una de las labores a realizar en el proyecto de la nueva plaza era la actualización de dichas infraestructuras a las Normativas actuales.
Justificación de la inserción urbana en la propuesta
Era necesaria la sustitución del vehículo por el peatón como centro del urbanismo a realizar. Se anularon para los coches dos de los tres viales que cruzaban la plaza, dejando el restante restringido para transporte público. Paralelamente se dilataba el perímetro de la plaza, sus calles veían ampliadas sus aceras para dar apoyo a los comercios y permitir terrazas exteriores para la hostelería.
La parcela de la plaza de Indautxu era casi cuadrada. Tres de sus lados lindaban con viales rodados, el cuarto con edificación: una torre de viviendas y la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen, una construcción cuya cubierta presenta una inclinación característica que adoptaríamos para las pequeñas construcciones necesarias en la plaza.
Queríamos que la plaza presentara dos tipos de espacios: uno principal para el encuentro social, celebración de ferias, de bailes, de exposiciones… y otro entorno al primero, para el paseo, la lectura, un espacio tranquilo.
Justificación de la solución compositiva adoptada
Para crear el espacio de encuentro social optamos por la definición de un gran círculo central de 40 metros de diámetro. En este círculo se celebrarían las ferias de artesanías, del libro, de productos gastronómicos de la tierra... Como apoyo a todas estas actividades generamos una marquesina de vidrio traslúcido y madera con más de cuatro metros de anchura que recorre todo el perímetro del gran círculo.
El espacio restante entre el perímetro cuadrado de la plaza y el círculo central se convertiría en un espacio tranquilo. No debía ser un espacio abierto sino ocupado por vegetación entre la que pasear. Para ello creamos unos jardines circulares de diámetros diversos, miméticos con el espacio central, que salpican toda la plaza y con un árbol en su centro. Entre ellos se generan múltiples recorridos pintorescos que permiten el paseo y también, a aquellos que están de paso, cruzar la plaza en cualquier dirección.
Esta posibilidad de ser recorrida en todas direcciones era otra intención importante que afectaba a la definición de la plaza: su cualidad de plaza urbana. Para ello se presentaba el problema de que existían más de tres metros de desnivel entre sus extremos y no queríamos utilizar peldaños o rampas que afectaran los recorridos peatonales. La solución consistió en desarrollar una superficie continua con inclinaciones cambiantes generadas a partir de la unión mediante líneas rectas del centro de la plaza con los puntos del perímetro.
Sobre la superficie continua resultante debíamos resolver mediante pequeñas intervenciones las servidumbres, de muy diversa naturaleza, derivadas del subsuelo. Las instalaciones emergentes en la plaza para las ventilaciones de los comercios y del aparcamiento, los nuevos accesos: ascensores, escaleras y rampas mecánicas peatonales, rampas de acceso rodado, aseos públicos y una caseta de análisis medioambiental.
Características constructivas generales
Para unificar la respuesta desarrollamos unos prismas de geometrías diferentes, construidos en vidrio serigrafiado y madera de teka sobre una base de granito. Procuramos su localización en el perímetro de la plaza para minimizar las servidumbres en superficie. Las cubiertas de estos prismas tienen siempre una inclinación pronunciada en diálogo con la arquitectura de la parroquia de Nuestra señora del Carmen, referente más contemporáneo y singular del entorno urbano edificado.
El arbolado, se compone de especies caducifolias de gran porte en torno al gran círculo central: Arce y Liquidambar, abedules en un segundo anillo, Thujas, Tejos, Parrotias Pérsicas y diversas especies arbustivas de hoja perenne en el resto de la plaza. Los árboles mayores variarán el color de sus hojas durante el año perdiéndolas en el otoño, El resto mantendrán la vegetación con el paso de las estaciones.
Para el alumbrado se crearon luminarias con tres alturas diferentes: 10, 8 y 6 metros. Esta iluminación quedará complementada con otra desde el suelo con la misión de señalar los “caminos principales” y alumbrar la parte inferior de las copas de los árboles. Las luminarias se componen de un fuste en la parte inferior y una estructura superior en forma de hoja que se ilumina mediante proyectores de leds al anochecer. Cada grupo de luminarias dibuja una hoja diferente.
Su ordenación en la plaza de Indautxu sigue un patrón común con los árboles: en un primer anillo en torno al círculo, las luminarias más altas, las de 10 metros que disponen además de alumbrado para espectáculos públicos directamente dirigido al círculo central. El segundo anillo ordena las luminarias de 8 metros y el tercero, el más distante al círculo, las de 6 metros. La iluminación del primer anillo se dirige hacia la plaza mientras las luminarias de 8 y 6 metros iluminan su perímetro.
